Editorial 28
Junio de 2010
Cuando las circunstancias obligan a hablar del problema palestino-israelí siempre sale a colación un argumento que, por manoseado, no deja de ser válido cada vez: ¿cómo es posible que los judíos en armas hagan con los palestinos lo que les hicieron a ellos los nazis? ¿No sirvió de nada aquella experiencia? Cuando en Caracas nos preparamos para un festival de cine judío a partir del 4 de junio, de nuevo el argumento se actualiza en medio de la condena mundial al ataque del ejército israelí a una flotilla por la paz que llevaba todo tipo de suministros a la población asediada de Gaza. La operación dejó 490 detenidos y 9 muertos que iban en el barco que encabeza la “operación”: el Marvi Marmara. Dice Teodoro Petkoff que Bibi Netanyahu debería renunciar después de semejante pifia, por lo pronto Bibi tuvo que suspender una cita con Obama y ponerse al frente de la liberación de los detenidos, muchos de ellos extranjeros, incluidos estadounidenses; Turquía congeló relaciones con Israel, Egipto abrió las fronteras y Jordania tramita la salida de 124 activistas musulmanes de Israel.
Esto de no recordar la experiencia propia y confiar en que nadie más la recuerde es algo de todos los días, en nuestra vida personal y en la colectiva nacional. Pongo por ejemplo al PPT, once años callados ante el gobierno de Chávez y sólo cuando Henri Falcón (ex PSUV, gobernador actual de Lara) les pide inscribirse en el
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